Albino Luciani, Ioannes Paulus I, en
español Juan Pablo I
En este maravilloso Año de la Fe no escapa
a mis afectos y respeto
la memoria de un Gran Papa, cuya corta misión
abrió
la puerta de los altares para Juan Pablo
II.
Dos santos hombres enviados por Dios para orientar
a la humanidad.
CORTO PARALELO, NO COMPARACIÓN SINO
ÉNFASIS.
Beato el Segundo y sin reconocimiento el
primero.
Sin que nos preocupemos por la benevolencia
de su sonrisa.
Los labios de los dos despertaron la
ternura en la juventud y los niños.
los mayores sentimos amor y la gente adulta,
respeto.
Los dos, acercaron gran urbe al Dios de
los cielos, fortalecieron la fe y
abrieron de “par en par” el corazón y el
entendimiento a la evangelización.
Juan Pablo I, enseñó
que un Papa, también sonríe y con su tesis
“El origen del alma
humana”, dio a conocer su propio interior.
Cuando su Santidad
Juan XXIII lo nombró Obispo y Pablo VI, Patriarca de Venecia, la humildad de su
alma, lo hizo sonrojar.
Santas almas que saben explicar su humildad,
con la sencillez de una sonrisa.
Un Papa más cercano al
pueblo, con innovaciones
sencillas para su coronación.
Al terminar el Cónclave
que dió su nombre como Papa,
Sor Teresa de Calcula
lo calificó como “El mejor regalo de Dios” y
“Un rayo de sol del
amor de Dios que brilla en la oscuridad del mundo”.
Tal vez, Sor Teresa
tuviera razón, por lo trocado que el mundo comenzaba a mostrarse.
Declaró que: “Dios es Padre, y más aun, es
Madre”, con ello nos hizo
A través de su declaración nos enseñó que
Jesús, Hijo Único de Dios,
vino a redimirnos por el mismo amor que dispensa al hombre.
Juan Pablo I, sonreía mientras caminaba;
tal vez pedía consejo a Dios
o hablaba con los santos, porque la candidez
de su rostro así lo reflejaba,
como cuando impartia la Santa Eucaristía.
Las relaciones interpersonales dieron a conocer
su caluroso y
democrático trato hacia la gente, incluso hasta la ingenuidad,
democrático trato hacia la gente, incluso hasta la ingenuidad,
sino inocencia.
Economista hacia los empleados y ecuménico con
los politicos.
vehemente hacia la concepción.
Juan
Pablo I, rico en virtudes, adornado de obras en su corto papado,
debiera
ser santificado.
Los dos indefensos ángeles
que en estado de vigilancia cuidan su sarcófago, podrían dejar ver que su
cuerpo está incorrupto, martir de la Iglesia.
-Santo en vida-.
Su
Ángel Custodio dormía, mientras Juan Pablo I, moría.
¡No al aborto!