En Colombia, hasta la década de los 90, los llamábamos “especiales” y después empezaron a ser llamados según el síndrome. Se les consideraba como el problema que venía para la familia y lo que es más, la vergüenza.
Algunos padres aceptamos, “contra viento y marea” el
desafío de la vida para darles merecido trato familiar. No quisimos esconderles,
abandonar en orfanatos o darles en adopción.
Nos hemos refugiado en el apoyo de la Iglesia, para demostrar, no solo que son educables, sino que
pueden socializar.
Los padres de los niños con algún síndrome han encontrado
en los “aparatos” tecnológicos algún distractor para que sus hijos, se valgan
del uso de éstos, pero ellos no saben hasta que punto, la tecnología de punta,
puede ser transmitida a particulares de la familia, sin que ellos lo realicen
con mala intención.
Quienes no se denominan especiales, discapacitados,
limitados y más, se molestan por tener en su entorno alguien a quien no le
pueden dar un trato similar al propio. Lastimosamente, continúan siendo en buen número, discriminados.
Por tanto, recomendación a quienes no soporten la
diferencia para la convivencia, que yo llamaría “corazón samaritano” o
humanidad hacia el desvalido, /cortar la comunicación de sus aparatos/, para
que estén tranquilos y dejen vivir a los padres de familia y relacionados, para
quienes los niños mencionados, SÍ son especiales.
SALUD El Tiempo,
viernes 27 de octubre de 2017 - “Un ladrón de sonrisas”. cantoalavida.co