Proceso de un curubo...
En los campos de la Sabana de Bogotá se cosechan nativos curubos, cuya semilla la botan los ángeles del cielo. Nacen prolíficamente y crecen de forma irreverente, arrastrando los renuevos que conforman los bosques e impiden su desarrollo.
Aparecen aquí y allí, sin necesitar abono o fungicida.
A los silvestres curubos, constantemente se les debe cortar los viejos bejucos, que, enredando, tomaron por cama las copas de los nacientes arbustos.
Valió la pena participar de la labor que demanda arborizar, por cuenta y gusto, para reponer árboles, partiendo de un semillero. Trasplantar oportunamente, verlos crecer...
Es huella de una generosa mano que acarició la tierra AHÍ, con el interés de ver VERDE.
Quien arboriza, preserva las fuentes acuíferas, fortalece y abona la tierra, cosecha y se vale de las flores o frutos que puedan utilizarse, sin desmontar los cerros.
Así amanece en la sabana.