sábado, 18 de abril de 2015

"Soñar no cuesta nada..."

Por el jardín y corredores de una pintoresca casa, 
unas boticas en gamuza de color natural, con suela roja, 
forraban los pies de mi saludable y alegre niño, 
que soñaba viajar por el mundo.

Corría y saltaba tomando entre sus manos las pequeñas 
réplicas de carros antiguos, un avión, un helicóptero 
y un tren.
 
Su rubia melena cubría el hermoso rostro,
enrojecido por el ejercicio.

Con algo de énfasis comentaba que tenía un viaje y 
volvería pronto.
Se alejaba, para esconder su cuerpecito detrás de los 
arbustos del patio; lo que su inocente imaginación no le 
acusaba era que yo lo veía, detrás del tronco, del árbol de durazno, 
desde cualquier parte de la casa.

Sorpresivamente salía para…saludarme y efusivo, 
hablaba sin cansancio, hilaba diferentes palabras, que 
 desconocidas, buscaba en su memoria, para coordinar 
el episodio. Con su entrecortada conversación daba prueba 
de sus variados e imaginarios viajes.
“Llegué de París madrecita, visité la Torre Eiffel”. 
Alzaba sus manitas para indicar cuan alta la veía. 
Yo fingía asombro a su saludo y los dos dramatizábamos 
encuentros y despedidas…
Nuestro corto diálogo se interrumpía, cuando anunciaba 
su nuevo viaje.
Después de las cien mil idas y vueltas por los corredores 
y el prado, solía reír y  entonar el vals de: 
“Los puentes de París, os han de ver cruzar…” y 
“Chiquitita dime por qué…”.

Otro de sus viajes fue a Alemania 
a visitar el Muro de Berlín, 
con alegría mostraba uno de sus 
carros para decirme:
 “éste lo traje de allá.”

Antes de irse para Londres a 
tomar fotos al Big Ben, 
me decía que ese viaje si 
sería cortico…

Los sueños de un niño son las
realidades del mañana, 
porque no es mentira el viejo 
refrán que dice: 
“Soñar no cuesta nada”.







A la fecha, sábado, 4:17 a.m. hora colombiana.

1 comentario: