viernes, 3 de julio de 2015

El Jardín Botánico

José Celestino Mutis y el atropello del cemento...
Ayer, último día de vacaciones de mitad de año, que mi Tesoro 
pasara con Susana y conmigo, visitamos el Jardín Botánico de Bogotá, 
Tomamos entre ellas y yo 86 fotos, que seleccionaremos.
Mis niñas disfrutaron al máximo la visita,  fueron libres en un campo 
abierto nadie sabrá cuanto quedó en sus almas y en la retina grabado 
de cuantas plantas aun quedan en el -único pulmón- que tenía Bogotá.

De los 53 años que vengo visitando el Jardín Botánico, renové votos 
de vida, orienté investigar sobre el espacio, muestra del universo 
creado por Dios. Aumenté la recreación de cuantos estudiantes 
me acompañaron en todas las edades, dependiendo en qué nivel 
enseñaba, exigí respuesta para ampliar la solicitud de la consulta 
a la hermosura de paraíso que el fundador del Jardín Botánico, 
Sacerdote Enrique Pérez Arbeláez,  dejó a Bogotá; 
Bendije una y mil veces el día en el cual el Hacedor me permitía 
alimentar de paz, mi corazón y de felicidad mi alma.
Enseñé, a través del Jardín Botánico, civismo, urbanidad, 
recreación y romanticismo.
FUI  consecuente en guardar las cambiantes normas 
establecidas por las diferentes administraciones, con cuya 
obediencia a las mismas, mis estudiantes aprendían a respetar 
la naturaleza y el medio ambiente; hice  preservar el orden, 
alimentar el alma a través de la vista y con silencio,  disfrutar 
del canto de las aves.
Con atención aprendieron a respetar las enseñanzas de los guías, 
que al final de la visita orientada, volvían a repasar en trabajos 
escritos. Todas esas generaciones fueron abonadas con amor 
por lo creado para divulgar lo vivido y llevarlo a sus familias…
Son muchos los recuerdos que ayer, VIVÍ, en la "Ruta del Agua".

Color de hormiga:
Haré un paralelo de vida, para penetrar en uno de “innovación”, 
llaman algunos de los empleados del Jardín, que cotorrean, 
sin detenerse a la gran necesidad que tenemos de preservar el “VERDE”.
Unos deambulan pisando el césped del jardín, propiciando mal ejemplo, 
a niños y visitantes por falta de disciplina en caminar 
por los senderos.
Observé trabajadores que –gimen- por la llegada del 
cemento, el ladrillo  y la arena, al Jardín Botánico*.
Con amor patrio, sentido de pertenencia y conocimiento histórico, 
se conservaría la rotonda del invernadero y se innovaría 
el proyecto sin –demolerla-.
Demoliendo desperdiciamos, atentamos contra 
el presupuesto e incrementamos los impuestos, es decir, 
negociamos a costa de lo que se ha preservado por más 
de dos siglos.
Sabor a limón:
Los hijos de los actuales administradores del Jardín Botánico 
encontrarán cápsulas de vidrio encerrando árboles, como en los 
países de estaciones y no árboles al aire libre en un suelo tropical.
Nota: Las fotos no son actuales.
El Cemento quema las plantas, afecta los árboles.
*Qué pasa con los oriundos de Barranquilla? 
Echan de menos la arena? Por eso cunden 
con mezcladora de cemento las plantas? 
O, llegó al Jardín Botánico, otro “Burro Mocho”.

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