José Celestino Mutis y el atropello del cemento...
Ayer, último día de
vacaciones de mitad de año, que mi Tesoro
pasara con Susana y conmigo, visitamos
el Jardín Botánico de Bogotá,
Tomamos entre ellas y yo 86
fotos, que seleccionaremos.
Mis niñas disfrutaron al
máximo la visita, fueron libres en un
campo
abierto nadie sabrá cuanto quedó en sus almas y en la
retina grabado
de cuantas plantas aun quedan en el -único pulmón- que tenía Bogotá.
de cuantas plantas aun quedan en el -único pulmón- que tenía Bogotá.
De los 53 años que vengo visitando el Jardín Botánico, renové votos
de
vida, orienté investigar sobre el espacio, muestra del universo
creado por Dios. Aumenté la recreación de cuantos estudiantes
creado por Dios. Aumenté la recreación de cuantos estudiantes
me acompañaron en todas las
edades, dependiendo en qué nivel
enseñaba, exigí respuesta para ampliar la
solicitud de la consulta
a la hermosura de paraíso que el fundador del Jardín
Botánico,
Sacerdote Enrique Pérez Arbeláez, dejó a Bogotá;
Bendije una y mil veces el día en el cual el Hacedor me permitía
alimentar de paz, mi corazón y de felicidad mi alma.
Bendije una y mil veces el día en el cual el Hacedor me permitía
alimentar de paz, mi corazón y de felicidad mi alma.
Enseñé, a través del Jardín Botánico, civismo, urbanidad,
FUI consecuente en guardar las cambiantes normas
establecidas por las diferentes administraciones, con cuya
obediencia a las
mismas, mis estudiantes aprendían a respetar
la naturaleza y el medio ambiente;
hice preservar el orden,
alimentar el
alma a través de la vista y con silencio, disfrutar
del canto de las aves.
Con atención aprendieron a respetar
las enseñanzas de los guías,
que al final de la visita orientada, volvían a
repasar en trabajos
escritos. Todas esas generaciones fueron abonadas con amor
por lo creado para divulgar lo vivido y llevarlo a sus familias…
Son muchos los recuerdos
que ayer, VIVÍ, en la "Ruta del Agua".
Color de hormiga:
Haré un paralelo de vida,
para penetrar en uno de “innovación”,
llaman algunos de los empleados del
Jardín, que cotorrean,
sin detenerse a la gran necesidad que tenemos
de preservar el “VERDE”.
Unos deambulan pisando el
césped del jardín, propiciando mal ejemplo,
a niños y visitantes por falta de disciplina en caminar
por los senderos.
Observé trabajadores que –gimen-
por la llegada del
cemento, el ladrillo y la arena, al Jardín Botánico*.
Con amor patrio, sentido de
pertenencia y conocimiento histórico,
se conservaría la rotonda del invernadero y se innovaría
el proyecto sin –demolerla-.
Demoliendo desperdiciamos, atentamos contra
el presupuesto e incrementamos los impuestos,
es decir,
negociamos a costa de lo que se ha preservado por más
de dos siglos.
Sabor a limón:
Sabor a limón:
Los hijos de los actuales
administradores del Jardín Botánico
encontrarán cápsulas de vidrio encerrando
árboles, como en los
países de estaciones y no árboles al aire libre en un suelo tropical.
Nota: Las fotos no son actuales.
El
Cemento quema las plantas, afecta los árboles.
*Qué pasa con los oriundos de Barranquilla?
Echan
de menos la arena? Por eso cunden
con mezcladora de cemento las plantas?
O,
llegó al Jardín Botánico, otro “Burro Mocho”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario