domingo, 1 de marzo de 2020

Vida fácil para los venezolanos



Bogotá y los municipios de la sabana están azotados por la aplicada 
barbarie de la delincuencia que se desató desde que ellos entran 
y salen de nuestro territorio.

Es el efecto producido por causa del hambre y la inclemencia que 
viven al ser desplazados.

Sin Dios, sin patria, sin familia ni hogar; sin DEBERES ni DERECHOS, 
en qué se convierten cada día…?
En el doble destino de los virus, unos creados y otros ¡creándose!  

¿Hasta cuándo? ¡No pregunten! 
Es el resultado de la descomposición social en la mal llamada “humanidad”.

No hay límite, no hay metas, no hay esperanza, ni para ellos 
que como lo dije antes: 
Sin Dios, sin patria, sin familia ni hogar; sin DEBERES, ni DERECHOS, son como siempre, el azote de su más atormentado prójimo.

Pueblo mísero sin arraigo, que en manos de un gobierno narcotraficante, alimenta su hambre de los pueblos vecinos, cuya víctima principal es Colombia, por la desaparición del estado y 
el gobierno legislativo.

Los venezolanos se convirtieron en ladrones, una vez exiliados 
en nuestro país, por la ausencia de amar el trabajo y en la 
pereza que por “antonomasia” digieren por los poros de la piel.

Conozco venezolanos desde hace cincuenta años. En su patria 
de esa época, explotaban la vulnerabilidad de los colombianos 
que buscaban trabajo y albergue. 

Ellos, con inercia laboral, siempre han sido nuestro flagelo.

Los políticos dicen que /somos hermanos/, yo, vecinos. 
Cómo se puede llamar hermandad a una población ávida 
de resentimiento, odio y envidia…

¿Habrá excepciones? Quizá…
No me atrevo a aseverarlo.

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