Con el juego de "La pérgola de la Niña María",
que me dispuse nutrir a mi comodidad y antojo, y que
alguna de mis
cercanas amigas llamó "muñequero",
y yo acaté. Llegó a mi alma la "última"
DIVERSIÓN de la mundanidad, en el deseo trascendental
de mi pobre alma sedienta de PAZ...
Fue el plácido lugarcillo donde el silencio se
interrumpía por el vuelo de torcazas, colibrís
y garzas, azulejos,
babaguyes y tominejos,
mirlas y copetones.
Al oído, el más
hermoso era el agudo trino de los toches,
cuyo amarillo y negro
plumaje deleitaba la vista.
El canto de éstos últimos elevó mi espíritu.
El lejano y rudo
cantar de un gallo vecino,
contrastó aquellos trinos y fortaleció el débil
sonido de mis
suspiros, que alegraban las ansias de vivir.
No era un muñequero, nooo fue la
oportunidad de aislamiento
citadino, que todo anciano sueña, que DIOS regaló
y el entorno produjo sin dejar de vivir. A ti...
“Alegrémonos
con la belleza de la primavera,
el
celeste del éter, el canto de los pájaros y
la magnificencia de las puestas de sol.
Marden
PAZ se escribe con invisibles hilos de oro. Se sumerge en Agua Viva. Se pinta con Luz celeste. Se disfruta con música de !SILENCIO!
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