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lunes, 5 de enero de 2015

Regalo de Reyes Magos

Hace más de siete décadas, cuando la infancia no daba cabida
a la razón, se ignoraba la causa por la cual una romántica persona
cantaba y cantaba la misma canción…
Algunos años después, a los 15, al entrar el romanticismo
 indagaba a mi alma… 
“Por qué será que mis afectos lloran… y mi nostalgia
es constante?” Se arrugaba el corazón.
Era el dolor en una adolescencia, vacía de respuestas…
Poco a poco fui comprendiendo que nuestra hermosa familia
no era como otras del vecindario.
El texto de la canción de María Greever: 
“Para qué recordar”, más o menos, daba respuesta a mi curiosidad, 
aquella que por respeto no hacía a mi madre. Sin embargo, 
guardo en la infantil memoria, la siguiente letra que dice:
Quisiera convencerte,
que si no quiero hablarte,
es por no contagiarte,
mi profundo dolor.
Para que recordar,
nuestra pasión dormida,
haciendo desangrar,
de nuevo la honda herida.
Di para qué volver,
quimeras a formar,
si yo no podría creer,
ni en el amor, ni en ti jamás.
Más vale que olvidemos,
el ayer que vivimos,
y que hoy al despedirnos,
no guardemos rencor".
Para que recordar,
Si nos hace sufrir,
tratemos de olvidar,
para poder vivir”.
Después de siete décadas y media, el alma –rumia- en los recuerdos, 
para asimilar, que si, “La práctica hace al maestro”, 
ello me hizo reflexionar un poco, respecto del –ayer-. Encontré 
un “síndrome emocional”, observado en miembros del entorno, 
cual es, la siguiente cita:
“Del amor al odio no hay sino un paso”, y viceversa…
Esto nos lleva a sufrir repentinos y bruscos cambios de personalidad, 
-que justificamos pensando que los demás no hacen lo equivalente 
a nuestro requerimiento o necesidades del medio-
 Llevamos incrustada en nuestra regla genética la sana y excesiva 
aplicación del “sentido común”, del cual son huérfanos 
43 millones de colombianos, para no hablar de otras nacionalidades. 

El “sentido común” es HOY lo que los administradores empresariales 
llaman –sentido de pertenencia-. En catolicidad, servicio,  
en religiosidad, “corazón samaritano”. En valores humanos, 
- bien del semejante- y lo que NO se aplica en leyes, -justicia-.
El sentido común, aplicado a las acciones, practicado en los 
desempeños laborales, familiares y sociales, hizo que 
L. Ronald Hubbard pidiera: 
"No dañes a una persona de buena voluntad". 
De hecho, la sociedad funciona gracias a hombres y mujeres 
de buena voluntad".
"Es fácil atacar a estas personas: su misma decencia
les impide protegerse lo necesario. Sin embargo, la supervivencia 
de una sociedad depende de ellas".
Las personas de buena voluntad son las que mantienen el mundo 
en marcha y al hombre vivo sobre la tierra".
A quienes desarrollamos el sentido común, nos desestabiliza, 
irrita, confunde y nos “saca de quicio”? 
La indiferencia, acompañada de pasividad.

Hay quienes nos tildan de psicorrígidos e intolerantes. 
Si hubiera equidad,  nos llamarían perfeccionistas.  
Desafortunadamente, los tratamientos psicológicos no son 
tan efectivos, pues otra reflexión me llevó a confundirme más; 
si tanto le damos a la psicología y al equilibrio de nuestro 
comportamiento, buscando armonizar, por qué nuestros psicólogos, 
en la familia, padecen estos mismos cambios, sea: 
“de aquí para allá, o de allá para acá”?
Será posible que, en los -confusos afectos nuestros-, exista este síndrome? 
Considero que no se necesita tratamiento médico, mucho
menos cambio de personalidad, para no perder la innata riqueza 
que llevamos en la sangre, sobre "el sentido común".
Solo conciencia en la actitud…
No permitir que el agua del cerebro se caliente, mucho menos hierva.

¡Quien tenga ojos que lea!

jueves, 2 de octubre de 2014

TESTIMONIO DE GRATITUD

Al doctor Héctor Páez Romero, pediatra con profunda y honesta 
dedicación médica, porque LE SIRVE A DIOS, en cada uno
de los niños y familias que pasan por su consultorio.
¡Dios! Bendice sus manos y a su familia.
Doctor Héctor Páez Romero

Hago este reconocimiento de gratitud, no tardío…
Después de Dios, al doctor Páez debo la vida 
de mis prematuras hijas Susana y Sarita.

Quiero destacar la paternal humanidad médica del doctor 
Héctor Páez Romero, pediatra de mis hijos, quien 
empleó el tratamiento de “supervivencia” Canguro, 
para salvar la vida de Susana, cuando nació el 14 
de septiembre de 1979, en la Clínica David Restrepo, 
que a la fecha, era el único centro médico que contaba 
con Salón Pediátrico en Colombia.
Susana, 
es el dulce producto salvado por el proceso Canguro 
implantado por el doctor Páez Romero.
Susanita
Me uno a los comentarios positivos de Radio María, hoy, 
sobre el programa -Madre Canguro-, con mi experiencia 
de hace 35 años. 
¡No al aborto!

domingo, 29 de junio de 2014

Confesión

Rolando 
Nació el jueves, 29 de junio de 1972*, creo, 
a las 3:30 a.m. de la madrugada.
A mi recóndita pena después de su partida,
comencé a desahogar mi corazón en un viejo cuaderno,
que me servía de registro al dolor que no se puede 
comunicar a nadie.
A obligar a la mente a sacar los pensamientos,
para no permitir que el alma muera.
El dolor no se sabe si se siente en el corazón o en el alma,
o en el cuerpo, es algo que no puede distinguirse, ni explicarse.
Los psicólogos le llaman “duelo”. 
Por lo tanto, el 30 de noviembre de 1976
a las 7:30 de la noche, escribí textualmente, lo que ahora,
después de 34 (sic) años, encontré en dicho cuaderno.
"Rolando, desde que te concebí fuiste la llama viva.
Al nacer, el alimento diario en el albor de cada día.
La felicidad de mis días, el consuelo y la paz en el ocaso
y en la noche el descanso, el cierre placentero de la faena
que termina y la ilusión para el venidero día.
Fuiste el bello cáliz perfumado que me obsequió la vida
en tu alumbramiento.
Ahora, eres la luz constante de mis recuerdos tiernos
y la locura perenne de una enlutada soledad sin ti…"
*+1976