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domingo, 23 de marzo de 2014

Lo que podemos perder, AGUA Y AIRE

Adaptación y sensatez de
Comportamiento en el suelo que pisamos
Tenemos una madre tierra, cual es el país donde nacimos,
nos hemos nacionalizado o residimos.
Una madre chica a cuya ciudad o pueblo pertenecemos.
Un lugar que nos ha acogido, por razones de desplazamiento
o búsqueda de nuevas oportunidades, cambio de empleo o traslado. 
Por lo tanto, debemos a estos lugares, un proceder ético, adecuado,
cortés, educado, considerado y cívico.
Debemos respetar las leyes vigentes, las reglas y normas
que se observan allí y no imitar el mal comportamiento de sus
nativos o visitantes.
-En la antigüedad, el consumo de agua era reducido y se valía
el hombre de pozos y manantiales para el uso de este
indispensable elemento en todas sus formas-.
Hoy, con grandes y pobladas ciudades, se hace necesario
un mayor consumo, que junto con el desperdicio, hace tomar
el agua de los ríos, lagos, lagunas y lo que es inconcebible, los
nacederos y humedales.
A su vez, la depuración y distribución, también es gigantesca.

Los océanos y mares, junto con las anteriores fuentes
mencionadas, han sido contaminados, y con ello se amenaza
el planeta, nuestra supervivencia y legado. Es el agua y el aire,
los elementos, sin los cuales el hombre desaparecería.

El universo utilizado y devastado comienza a concienzar
a quienes manejan el mundo, unos acatan, otros no y por supuesto,
lo que más destruye en la negligencia, la pereza mental y
 la indiferencia, para que el hombre devuelva lo que ha destruido.
En la devastación de bosques y selvas constante.
No hay autoridades competentes, ni JUSTAS.
Son ellos quienes más ocupan las faldas de la cordillera
y el píe de monte para construir sus mansiones, profundizando
el terreno y ocupando el espacio, para aprovechar el aislamiento,
el silencio, diferentes temperaturas y la no contaminación.
Si promulgaran un comportamiento adecuado, justo, cívico y
disciplinado, sus intereses serían los más afectados, causa por la cual
se olvidan del mundo para internarse en su "aislado nicho".
El derroche de comodidad nos lleva a la destrucción del
entorno ecológico.

Puede el ambicioso político, el acaudalado y el ignorante,
deponer su confort?
Lo anterior no es una crítica, sino una queja a Dios.

sábado, 4 de enero de 2014

'La felicidad es un antídoto' II

Alejandro Jadad, científico colombiano, catalogado como uno
de los genios que va a cambiar el mundo en este siglo.
Recopilación
Jadad estuvo en Bogotá y habló con la Redacción
de El Tiempo, JORGE QUINTERO
¿Qué podemos hacer?
Entender que está en juego nuestra supervivencia
como especie y que los desafíos que enfrentamos necesitan
respuestas que trasciendan los nacionalismos
o regionalismos triviales.
La tecnología de la información, en particular las móviles,
nos están dando la oportunidad de unir esfuerzos a nivel global
para promover altos niveles de bienestar para nosotros y el planeta.
Existen recursos para hacerlo posible.
No hay justificación para que más de mil millones de personas
en el mundo tengan hambre y no tengan techo, mientras
que el consumismo de una minoría amenaza con acabar
los recursos finitos que tenemos. Y, no son felices.
¿Cómo llegó a la felicidad?
Empecé como médico para curar.
Luego, me convertí en anestesiólogo para calmar el dolor,
pero vi que el dolor y el sufrimiento seguían; entonces
me doctoré en tratamiento del dolor.
Y, cuando trabajé con desahuciados, descubrí que hay 
otro dolor más allá del físico.
He visto a mucha gente infeliz al final de la vida.
¿Cómo es ese dolor?
Usualmente, es causado por una carga tremenda 
de remordimientos, de cosas que dejamos sin hacer, 
de dar poca importancia a lo que es esencial 
en nuestras vidas y darnos cuenta muy tarde.
¿Científicamente estudió el tema?
Sí. Descubrí gran cantidad de estudios respecto a lo que nos puede
ayudar para lograr niveles óptimos de felicidad.
En mis años de formación, nadie me habló de lo que era una
buena vida y una buena muerte, o de mi papel para lograrlo.
Ahí, decidí que no iba a ser el médico tradicional y que quería
aliviar esos dolores.
¿Nosotros, cómo podemos lograrlo?
Entendiendo que es posible, una vez tengamos nuestras
necesidades básicas satisfechas.
Reconociendo que hay mucho que podemos hacer para 
aumentar los niveles de felicidad, que en la mayoría 
de los casos, no cuestan dinero.
¿El dinero compra felicidad?
Hasta satisfacer nuestras necesidades básicas.
                                                                              ¡No al aborto, a la guerra y al idealismo de género!