miércoles, 29 de febrero de 2012

El juego, los juguetes y los niños


Recopilación de un hermoso escrito de 
Felipe Antonio Molina

En algunas tumbas faraónicas, Méjico, Guatemala y el Tibet; Africa, la isla de la Desolación y en ciertos “menhires gaélicos”, muy hondo en la antiquísima tierra de los seres humanos, se han encontrado partes de madera, hueso y cerámica, que no pudieron ser sino infantiles chucherías de juego para infantes.
Los inocentes, con esas coloreadas estatuas de barro, tuvieron en su tiempo un amable motivo de juego. Tal vez, esas piezas formaron parte de los sueños de chiquillos, símbolo y testimonio de quienes  jugaron con ellas.
Encontramos historia de las armas, de los utensilios de cocina, de vestidos y muebles, pero la del amor, los juguetes y la poesía, permanece escondida  a la especulación del investigador…Biografías inaccesibles y esquivas como las estaciones de primavera y otoño;  la lluvia y el viento mismos, que no son alcanzados por nuestras manos…
“El misterio del niño ante el juguete pertenece” al estudio profundo de la psicología, la pedagogía y la investigación.
“Si pudiésemos descender hasta el agitado corazón de” un infante, penetraríamos en la ruidosa algarabía de una risa, de un llanto…
Los juguetes son la imitación de la vida misma que acariciada por las manos de los niños, encuentran la razón del movimiento…del encanto de los juegos, la distracción de un tiempo de fantasía, de ilusión.
El niño sin el juego no tendría razón  para existir.
Son los juguetes los que no les reclaman el manejo que les den y complementan sus destrezas y sueños.
“El niño, ejecutor de musicales ruidos, da vida a sus juguetes y transforma un pedazo de cartón, madera, plástico o fieltro, en armaduras a las cuales le da nombre y sentido…
Sus diálogos con mudos muñecos, fichas, carros y bloques, hacen desarrollar los proyectos lejanos de la postrimera adultez…
Y en cuyo tren de la vida se oscurecieron sus espontáneos juegos.