“El mundo es, lo que queremos que sea”.

Tenemos deberes morales para con Dios, la patria, la sociedad

y nosotros mismos.  I envío

-A Dios Creador, dueño y Señor, le debemos gratitud y obediencia.

-Por sus atributos, debemos alabarlo, loarlo.

-Por su infinita justicia, mantener equilibrio en nuestra vida.

-Por su bondad y misericordia, retribuir con limpieza de corazón.

-Por su inmensa piedad, informarle de nuestros labios,

las necesidades que tenemos.

-Por su invaluable indulgencia, mostrar gratitud, con una mirada de amor

y corazón con propósito de enmienda.

-Por su incalculable amor, presencia viva de Dios en el corazón.

-Porque fuimos creados a su Imagen y Semejanza, debemos respetarnos 1).

-Cuidar del descanso, al aire libre, preservando la naturaleza 2).

-Mantenemos buena energía, 3) si dormimos, mínimo seis horas.

-Atendemos la salud, si nuestros alimentos son sanos 4).

-Amar nuestro cuerpo, guardar su higiene 5).

-La dignidad está en producir, a través de una labor

u oficio remunerados 6).

La compañía que Dios nos dio para la estabilidad emocional,

es la familia 7).

1)   Respetarnos –hoy- promiscuidad, cambio de origen, aborto.

2)   Preservar la naturaleza –hoy- urge la ecología.

3)   Sueño –hoy- se duerme a base de medicamentos. NO sueño.

4)   Alimentos sanos –hoy- comida “chatarra”.

5)   Higiene en el cuerpo –hoy- mapa humano, símil, piratas,

Comerciarlo, exponiéndolo al mal.

6) La remuneración –hoy- se busca por medios oscuros, clandestinos.

7) Familia –hoy- cualquier grupo de filosofía inventada.

-Si nuestro punto de partida fuera Dios, y el deseo regresar a Él,

en una vida eterna, nada, ni nadie nos haría falta.

Como nos hemos olvidado de Dios, lo hemos sacado de nuestra vida,

“el libre albedrío” con el cual fuimos creados, lo hemos convertido en anarquía y, 

al sufrir de soledad interior, arrastramos a otros semejantes

a la misma desgracia nuestra.

Qué son las enfermedades, las tristezas, los desatinos, los suicidios,

la descomposición social y la delincuencia?

VACÍO DE DIOS, NO DIOS, SIN DIOS.

Como dijera San Agustín:

“Solo niega A Dios aquel que no le conviene que exista Dios”.