jueves, 2 de enero de 2020

JAMÁS ES TARDE

Imagen relacionadaToda persona tiene un niño escondido.

Cuando se es párvulo ese “niño” quiere CRECER, es decir queremos ser grandes, adultos e independientes, es cuando aparecen nuestros líderes, los ídolos, los inalcanzables modelos…

Sin embargo, cuando llegamos a la pubertad, ese escondido niño quiere detener su crecimiento, afanosamente se envuelve en el infantilismo, con el ánimo inconsciente, de no crecer. 
Sufre.

Por qué?

Ha descubierto las falencias de los adultos y no quiere formar parte 
de un grupo hostil, mentiroso y cruel.  

Sorprendido, descubre que sería símil de las injusticias que ha 
tenido que pasar en el desarrollo de sus etapas, unas que le han 
robado, y otras que se han detenido.

Pasada la corta pubertad, antesala a la adolescencia, el niño se ha 
desilusionado de los modelos que ingenuamente eligió.

Qué fue lo que le sorprendió?

El entorno le ha mostrado que la vida “no es bella”.

Hay cambio de temperatura y climas, a los cuales él ha estado, 
indiferentemente expuesto.

Le han dado a entender que debe acostumbrarse al frío, al hambre, 
al odio, a los grafitis, a la urbe cruel.

Cuál es?

El núcleo familiar. “Sus más amados” seres, a quienes no escogió.

Quién lo conforma?

Los adultos, que con las mejores intenciones, le van legando sus 
gustos, afectos y desafectos, en otros términos, la voluntad ajena 
impuesta a la del adolescente, que aun, a desagrado, cree en los 
mayores.

Qué encuentra en ese núcleo, primer ente educador?

Diversidad de gustos, discursos, argumentos y conceptos, que 
su –niño interior- no puede asimilar. Está limitado.

Lo conforma el grupo de familiares, parientes, profesores, 
docentes, que lo exponen a temores, miedo, angustia y dolor.

Se debate en el indefinido mundo de sus sentimientos, que están 
por asentarse…

Los mayores le hemos defraudado.

En ese entorno se desarrolla el bebé que nació indefenso, pasó 
por párvulo, púber y se acerca a la adolescencia.

Aun, su corazón es tan grande y su entendimiento tan pequeño, 
que confía…

Por ello, solo mira, ¡asustado! No sabe cómo actuar, porque no le 
está permitido pasar la edad de las /limitaciones/…

Debe desbordar lo que no le hemos enseñado, la diligencia, el 
sentido común, la autosuficiencia, el sentido de pertenencia.

Detenemos su creatividad, porque le imponemos la nuestra; se 
estanca su individualidad y en ella, su libertad.

Su estima está frustrada. Tiene sueños? Quizá... 
Ilusiones? Tal vez...

A veces, le descubrimos nostálgico, aburrido, indeciso. 
Se asoma la nueva etapa y no está preparado para madurar.

Tiene miedo a perder, lo único que le protege, lo que le hizo 
sentirse amado, amparado, seguro…
SU NIÑO INTERIOR.

1 comentario:

  1. «Los hombres no dejan de jugar porque envejecen; envejecen porque dejan de jugar.»

    -Oliver Wendell Holmes Jr.-

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