Es el encuentro de nuestro espíritu
con el Espíritu de Dios.
Felicidad es Dios que se hace
presente. Es la comunión del Señor y nosotros.
La felicidad es la reconciliación que
Dios ofrece a cada uno de quienes
lo hemos colocado en distancia y volvemos a
Él.
Felicidad es dejarse amar por Dios,
no hacer ídolos de nuestros semejantes.
“Quien mendiga amor, solo tiene
entusiasmo”.
La felicidad es también una especie
de ley moral, que otros llamamos conciencia.
Es poder establecer el bien y el mal,
diferenciar lo bueno de lo malo.
Dar lo major de nosotros y practicarlo.
Es lo que en otros tiempos definíamos
como “civismo”.
En el civismo radicaba –el bien para
el del frente-, e iba cargado de
“sentido común*.
La ley moral, respecto de las
culturas, ha ido desapareciendo
a cambio del facilismo. Justificamos comportamientos, que bien podemos
denominar disculpas y las aplicamos con unos vocablos como:
“es que..., fue que...
denominar disculpas y las aplicamos con unos vocablos como:
“es que..., fue que...
Si permitiéramos que llegara esta voz,
fácil y delicioso sería escuchar a Dios que habla
en lo profundo de nuestra conciencia!
fácil y delicioso sería escuchar a Dios que habla
en lo profundo de nuestra conciencia!
Para este siglo, es difícil ser
honestos con los demás,
pues no somos honestos con nosotros mismos.
Eludimos la conciencia de sí, y
pues no somos honestos con nosotros mismos.
Eludimos la conciencia de sí, y
mantenemos una ceguera deliberada,
como dijera San Agustín:
como dijera San Agustín:
“Solo niega A Dios aquel a quien no le
conviene que exista”.
Recopilación de homilías de Fray Nelson Medina
* Proximamente...
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