Las costumbres que nos
llevan a la cultura de un pueblo –Patria-, dado el caso de Colombia, se
mantiene por los hábitos y las leyes morales.
La provincia enriquece
a la población en cualquier ciudad.
Gracias a los
provincianos, la buena educación continúa, aunque sea debilitada
por los centros educativos, dónde han desaparecido los valores humanos.
por los centros educativos, dónde han desaparecido los valores humanos.
Lo que llega a la provincia, emanado de la ciudad ha sido el modernismo, cuya orfandad de normas confunde la buena crianza y reglas morales que casi no se logran sostener, por la divulgación de la civilización y el confort.
Sigo insistiendo, como antes lo he escrito, que es el provinciano y la clase media, quienes sostienen el adelanto y desarrollo de un país, cuando a estas dos poblaciones no les llega el -arribismo y la descomposición-, que los convierte
en seres compulsivos en las compras y corruptos en las instituciones y empresas.
El producto del estudio no es
fructífero, respecto de la buena educación, pues encontramos “muchos doctores
que no son
señores y muchos señores que no son doctores”, empezando por nuestros
“distinguidos políticos”.
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