viernes, 29 de agosto de 2014

Bogotá o Santafe de la Esperanza

Ayer, de paso por el centro de Bogotá, lo miré con nostalgia.
Rápidamente, desde el Taxi, observé una y muchas iglesias
que enriquecían a Santa Fe, cuando su pueblo asistía al 
llamado de las campanas.

De soslayo divisé el antiguo Templo de Santa clara, 
actual Museo de su mismo nombre, e involuntariamente, 
suspiré...Mis ojos se humedecieron y no brotaron lágrimas, 
porque la fortaleza de mi corazón, las detuvo...

Ansiaba llegar al Templo de San Agustín. 
Donde me deleité con el hermoso concierto musical, 
anterior a la Eucaristía, que inundó 
de gozo mi espíritu, 
olvidándome de todo. 
Recordé las tantas veces, que de niña, apuré el paso para llegar a tiempo, a la misa, y de la mano de mi madre, recorrer los
lugares culturales e históricos.

Al salir de la iglesia encontré 
remodeladas edificaciones para
entidades gubernamentales y pese, a los sentimientos encontrados
de felicidad y nostalgia, regresó a la memoria, un destino más,
 que transforma el corazón, la Capilla del Sagrario.
Esta no es la Capilla del Sagrario
Allí, el culmen del ansía de mi alma, en tan fugaz paseo,
que comenzó en el Colegio Agustiniano de Salitre,
dónde mi adorable nieta Isabela, había regalado a mi 
estática vida, un respiro espiritual.
A los ancianos nos sensibilizan muchas situaciones y ello hace
que el alma se purifique y el espíritu crezca. 
No es el caso del episodio que narro…-
Cerca a la Casa de Nariño, discurrí en la limpieza de 
las edificaciones, para entender que es 
ofrecida por la novedad.
Lastimosamente, pronto pasarán a ser el “muro del canalla”.
Los barrios que conforman la Bogotá actual, son el “cortafuegos”
de la ira reprimida de grafiteros que sostienen su contraída
violencia de la selva, no en pinceles de artista,
sino de los callados fusiles.
Los allegados a la ciudad capital, no dejan “títere sin cabeza”,
entratándose de –sitios- para hacer uso de marcadores y  
pinturas contaminantes, maléficas y grotescas,
que cierran la vista del transeúnte.

¿Qué falta a Bogotá?  ¡ M O R A L !
Necesitamos un símil del Profeta, JUAN EL BAUTISTA, 
ante tantos herodes y herodías.
Bogotá, con acéfala alcaldía, era una ciudad religiosa
y culta por excelencia.

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