IV
“Ágiles íbices y graciosas gacelas,
pequeños lagartos
y escurridizas serpientes, enfurecidos
gatos salvajes y lirones
enhebran los despoblados desiertos,
acostumbrados a su clima inhóspito.
Algunos llegan más lejos en busca de
pozos de agua, otros extraen
la última gota de sus alimentos y del
fluido de sus cuerpos.
En cuanto a los caracoles, simplemente
se enroscan
y duermen todo el verano.
Los alfóncigos y las acacias también
sobreviven en el desierto,
algunos durante centurias. Sus raíces,
al igual que la de las
datileras, descienden en busca de agua a lo más
profundo de
sus orígenes, o se extienden ampliamente para
atrapar cada
gota de lluvia o de rocío posible.
Una gota de lluvia no moja, ni pesa, pero mata... |
Isaías 2, 1-5
Escrituras bíblicas, romanas y de las
cruzadas cuentan de los
magníficos bosques al norte de la
Tierra de Israel,
que a través de los siglos fueron
destruidos casi completamente
por el saqueo de los leñadores y los
carboneros. Robles
solitarios y alfóncigos aun sobreviven
en algunos lugares,
aunque la mayor parte de la tierra
está aun cubierta con
el típico maquis de muchos países
mediterráneos.
Junto con el roble y el alfóncigo que
crecen en las difíciles
condiciones del maquis, existe otra
clase de árboles,
entre ellos el laurel y el arce.
El floreciente árbol de Judas puede
reconocerse en la primavera
por el color rosa vivo de sus retoños,
mientras que los miembros
de la familia de la rosa perfuman y
embellecen las laderas”.
Las ilustraciones que se muestran no son las
originales del folleto,
Son figuradas de mis archivos y colombianas-.
No hay comentarios:
Publicar un comentario