martes, 12 de agosto de 2014

Tierra de Israel

IV
“Ágiles íbices y graciosas gacelas, pequeños lagartos
y escurridizas serpientes, enfurecidos gatos salvajes y lirones
enhebran los despoblados desiertos, acostumbrados a su  clima inhóspito.
Algunos llegan más lejos en busca de pozos de agua, otros extraen
la última gota de sus alimentos y del fluido de sus cuerpos. 
En cuanto a los caracoles, simplemente se enroscan
y duermen todo el verano.

 
Los alfóncigos y las acacias también sobreviven en el desierto,
algunos durante centurias. Sus raíces, al igual que la de las 
datileras, descienden en busca de agua a lo más profundo de 
sus orígenes, o se extienden ampliamente para atrapar cada 
gota de lluvia o de rocío posible.
Una gota de lluvia no moja, ni pesa, pero mata...
Isaías 2, 1-5
Escrituras bíblicas, romanas y de las cruzadas cuentan de los
magníficos bosques al norte de la Tierra de Israel,
que a través de los siglos fueron destruidos casi completamente
por el saqueo de los leñadores y los carboneros. Robles
solitarios y alfóncigos aun sobreviven en algunos lugares,
aunque la mayor parte de la tierra está aun cubierta con
el típico maquis de muchos países mediterráneos.
Junto con el roble y el alfóncigo que crecen en las difíciles
condiciones del maquis, existe otra clase de árboles,
entre ellos el laurel y el arce.
El floreciente árbol de Judas puede reconocerse en la primavera
por el color rosa vivo de sus retoños, mientras que los miembros
de la familia de la rosa perfuman y embellecen las laderas”.
 Las ilustraciones que se muestran no son las originales del folleto,
Son figuradas de mis archivos y  colombianas-.

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