martes, 16 de diciembre de 2014

La almohadita del Niño Jesús

Era la víspera de Navidad…
En los aires suspendido de invisibles hilos elásticos se imprimía
 un suave movimiento; veíanse gran número de ángeles sosteniendo
banderolas con letras de oro que decían: “Gloria In Excelsis!
Por las montañas prometían a los pastores que no echarían de menos
en el camino, ni el alumbrado de gas, ni las luces eléctricas.
La estrella que guiaba a los Reyes Magos era una verdadera 
estrella de riquísimos brillantes, que esparcían sus reflejos 
sobre el celestial semblante.
P. Luis Coloma, S.J.
Anécdota:
Otra almohadita...
En mayo de 2007
Hice una almohadita, pensando en la diminuta cabecita,
que la estrenaría a través del vientre de la mamita.
Me parecía tan pobre, la -pobre almohadita-, pues no había
 sido comprada… Sin embargo supe que no habría un almacén
en todo el mundo que la vendiera, en sus características.
El único valor fue mi cariño para que la acompañara una linda muñequita;
a decir verdad, me costaba desprenderme de ella y lo había pensado 
más de tres veces, pues me sentía -cursi-, al entregarla.
Oración a ese tiempo:
Es que, Señor…
“Los obsequios del alma solo los ves Tú y la voluntad 
con la cual se dan, Tú eres su testigo.
Permite que les guste, que haya valido la pena hacerla 
y que–mi- niña goce con ella, cuando 
ya pueda tomarla en sus manitas, que la acompañe mientras 
duerme y la tranquilice si algo le falta.
Que detrás de este regalito que no ha costado, materialmente nada,
 pueda darle otros, siempre inspirados por Ti.
En aquel entonces, pedí posición en mis brazos para sostenerla, 
altura para tratarla y fortaleza para los retos que la vida me diera 
con su alumbramiento.
 

Gracias Señor por mi nieta.

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