Cuando el desplazamiento se convierte en alguno de estos
apelativos: desalojo, eliminación, lanzamiento, deslizamiento, arrinconamiento,
apartamiento, alejamiento, traslado o ida, y son forzados, se convierte cada
uno en algo que no es ventajoso al ser humano.
Si por cuenta propia una persona decide trasladar su vivienda,
trabajo o sitio de estudio, la situación es diferente, sentimental, emotiva y
económicamente hablando, cambiamos los nuestras ansiedades por deseos de
mejorar, de aventurar, de huir, de probar otras experiencias y, aun así, duele….
Todo cambio suele convertirse en una “crisis”, que causa desconcierto y duda a lo “por venir”, y muchas veces esperanza. Estos
planes de movilización, de una u otra forma, son positivos, si son por nuestra
propia voluntad.
Mas si es un desplazamiento forzado ocasiona un traumatismo
inexplicable que difícilmente se supera, por la pérdida de la cuna o
asentamiento que dio seguridad durante el tiempo que se vivió allí, es lo que
el Padre Mauricio Uribe
llama pérdida de “La
morada del amor”.
Por qué llamamos cuna, al vientre materno? Porque durante los
meses de gestación el feto vive un “estado ideal” que se pierde al nacer y
mayor aun la pérdida, si se nace por cesárea.
Todo niño al nacer es “acunado”, para darle seguridad, para
mimarlo, para darle a sentir que está siendo atendido, es por esto que,
instintivamente, quien recibe en sus brazos un bebé, tiende a moverlo sin
embargo, *el movimiento debe ser
suavísimo, casi imperceptible para no ocasionar dolor en el estómago del mismo.
El vaivén en una hamaca produce la misma sensación de tranquilidad
y gozo. Simón Bolívar se inspiraba en
una de ellas para redactar sus múltiples y diversos escritos y en su equipaje,
una hamaca era su prioridad.
Las poblaciones más sufridas por desplazamiento son los Kurdos y los Judíos. Hoy, los africanos.Todos tenemos derecho a compartir el universo, sin fronteras porque fue un obsequio de Dios al hombre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario