jueves, 7 de febrero de 2013

Obras de Misericordia



Cuando me prepararon para la Primera Comunión tuve que aprender del Catecismo del Padre Astete las Obras de Misericordia. Éstas son catorce y se dividen en Corporales y Espirituales. 
Las Corporales son éstas:
-Dar de comer al hambriento –
Para ese entonces en casa mi madre acostumbró 
a socorrer a quien ella consideraba necesitado. 
Hoy es mu difícil, no se puede establecer, realmente 
quien es hambriento, porque de la pobreza nació la 
mendicidad y de ésta, el negocio, incluso hay gente 
que alquila niños ajenos y los maltratan para que lloren 
y conmover al transeúnte o limosnero.
-Dar de beber al sediento –
No podemos abrir la puerta a todos los que golpean, pues en 
cualquier momento llegan atracadores 
de casas y apartamentos.
-Vestir al desnudo –
Algunas veces lo hacemos, por aquello de reemplazar el ropero y 
entrar en el consumismo. Lo que hemos regalado, lavadito, cosido, casi bueno, lo encontramos botado a la vuelta de la casa y si verdaderamente está como para usar, lo venden. Esta obra de misericordia se podría aplicar con las niñas de pasarela.

-Dar posada al peregrino –
 
Grave! Quién puede dejar entrar a un desconocido a la casa, si hasta se disfrazan de agentes de los servicios públicos.
-Visitar a los presos –
Ir a las prisiones no lo pueden hacer sino sociólogos, sacerdotes y visitantes de ellos, porque es una odisea pasar la puerta y no ser detenidamente requisado, hasta la vergüenza, y en la requisa, robado.

-“Cuidar a los enfermos” –
Ésta obra de misericordia, dirigida por la Parroquia del barrio o por la Junta de Acción Comunal se podría practicar, porque son muchos los enfermos solitarios y abandonados, a quienes SÍ  les hace falta de comer,  beber, vestir y a quienes se les podría atender como a los peregrinos, aun en su propia vivienda.
-Enterrar a los muertos –

Difícil! Los dolientes disponen siempre que sean “cremados”, así no hay que visitar cementerios. Además que al respecto, las entidades que manejan los cementerios han desarrollado un verdadero negocio que le hace competencia a las entidades de salud, pues ahora hasta le ofrecen  serenata para el difunto que ya no oye y a los parientes y amigos, en 
 propio duelo.
Eso no quiere decir que el “corazón de samaritano” tenga que desaparecer de nuestras vidas, pues se puede practicar en la vida diaria, con la familia, amigos y vecinos, que estén necesitados Ellos son nuestro prójimo.
Muchas veces somos generosos con personas distantes, sin mirar el necesitado entorno familiar.

"De todo hay en la Viña del Señor" y "La caridad, entra por casa".

¡No al aborto!

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