sábado, 8 de marzo de 2014

Madre y mujer

A ti, quien quiera que seas, a quien por causa del destino
llegue esta misiva... o incluido el texto, se encuentre en un libro.
Por ahora, pertenecerá a mis registros del hoy e historia
del mañana, cuando, por el tiempo, haya cambiado de valor
o quizá este presente mío sea el presente tuyo en el futuro incierto...
Te regalo, en frases inconclusas, el pedazo de vida que me queda, 
engrosado por el haber de la experiencia. 
Cuando te llegue la ilusión de los hijos, si son varones, 
préstales la atención de amiga, para que no les tome por sorpresa 
la autoridad de madre y tuerzan sus inquietudes de hombre.
Si son niñas dales la autoridad de madre, porque si tornas tu amor, 
entrelazado con la amistad, te confundirá con una amiga,
te menospreciará, hará competencia de ti o te romperá el alma,
cuando menos lo creas...
No le des tiernos nombres, a los unos, porque cuando lleguen
a mayores, confundirán tu ternura con la manipulación de creerlos 
pequeños y el respeto menguará, para hacerte sentir que ellos
crecieron, lastimarán tu alma con vocablos y harán sentir
su cambio de voz; si son ellas confundirán tu calor maternal
con la opresión, afilarán  al arreglar sus uñas, te engañarán
en quebrantos de lágrimas de plomo, te culparán de sus
decepciones amorosas, se alejarán de ti, romperán tu corazón.
Llámales por su nombre; los diminutivos les minimizan y
los sobrenombres, les acomplejan. 
No les compares con nada, ni con nadie. Mi caso,
tiene de todo un poco, en la mayoría fallé y corregí y
en los que me olvidé, el costo ha sido fiel.
Voy a contarte un paso de los que más me cuestan,
el de mi oasis, cuando yo le llamaba así, desbordaba
la sed en el desierto, el dulce de sus aguas combinaba
en la sal de mis resecos labios;
mi entrecortada respiración, se oxigenaba y el gastado
silencio, alimentábase del callado murmullo de sus aguas...
Le cambié el nombre por estrella:

La que alumbraba el sueño de mis cansados ojos
y en cada diciembre armaba mi pesebre y vestía su árbol;
la que a mi llanto secaba con la frescura de sus rayos;
a esa luz en tinieblas, di mi poema y canto...
Un día, cerré tanto mis ojos que al abrirlos, Natividad 
 Reyes, habían pasado y mi estrella sin luz, se había fugado...
Busqué por todos lados y, pesados los párpados quedaron.

Muchos nombres le di, cual mi ternura:
Ella mi amiga y madre...
Hízome sentir huérfana de nuevo, aquella tarde.
Abrí  su armario, busqué como de afán  su perfume,
y, en la garganta no me cupo el llanto.
 
No me agobia el dolor de su partida
ni cansada se perturba mi alma,
siéntese triste en mi sentir el alma
por su cruel decepción desencantada
y, de milagro sigue viva mi alma.
Por eso alumna te sugiero que a los hijos,
cuidado de tratarlos tengas, para que siempre, aunque
no te amen, te respeten o por siempre te amen...
No quiero decepcionar tus aspiraciones ingenuas,
pero créeme, no te engaño. ANÓNIMO




Oasis: Asueto, descanso,
pausa, recreo, reposo,
respiro, tranquilidad,
tregua.  

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