A veces juzgamos y condenamos.
La persona que se sintoniza con Dios, debe pasar
primero por las Bienaventuranzas, que son ocho.
Así como el ser humano
es impotente, la felicidad es entrega.
Empecemos por los niños:
“Todo aquel que es frágil, es débil”.
A la mujer: Se debe mirar,
como la miraba Jesús, como
-administadora del
hogar-, máxima igualdad con el hombre.
Al prójimo: Cómo
respetar a quien pasa a nuestro lado?
Porque es nuestro
hermano. Favorecer la
fraternidad.
A
veces “etiquetamos” a las personas, nos apropiamos de ellas.
“Ustedes
han escuchado que no hay que matar”.
Yo
hoy les digo, matar también es ofender al hermano,
por eso: “Deja
tu ofrenda aquí y reconcíliate con tu hermano”.
Todo lo que nos sucede es debido a nuestras decisiones.
Por qué culpar a Dios-?
Por qué culpar a Dios-?
Cómo nos reconciliamos
con Dios, que es Luz para restaurarnos?
-Separando el pecado de
su pecado”.
-Recuperarnos del pecado
es liberarnos.
-Si estamos enfermos,
nos sanamos y recobramos la salvación.
Saludemos ofreciendo paz: “Hoy la salvación ha llegado a esta casa”.
Pon
la Mirada en Jesús, amando al otro.
Recopilación y apartes de homilías del Padre Salomón Bravo, Eudista.
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