La viudez
Estado de la mujer en el cual queda sumida después del fallecimiento de su legítimo esposo.
Las mujeres enfrentan una situación crítica en la mayoría de los casos, pese al actual siglo XXI. Atraviesan una conjunta tribulación de pena, angustia y desequilibrio.
Debe ser inmensamente incomparable el trauma, pues Jesús, en muchos evangelios recalca proteger a las viudas y amparar a los huérfanos.
Su preocupación, al agonizar en la Cruz, no escapó al dolor que padecía y entregó a María, la Virgen Santísima y Madre suya, al apóstol San Juan. 19,25-27. “He ahí a tu Madre”. De igual forma, protegiendo a la humanidad en San Juan y dando a María fortaleza en su sentir de madre: “Mujer, he ahí a tu hijo…”
Pasé por la experiencia de una madre, no viuda, sino separada, quien enfrentó la vida con sus hijos para educar, orientar y alimentar.
De igual manera, mi suegra, que viuda vivió hasta sus ochenta y seis años, al frente de una familia de nueve hijos, casados unos y solteros otros, quienes demandaron su responsabilidad hasta último momento.
De estas dos valiente mujeres ha quedado plasmado en mi vida el singular desarrollo de sus hijos, que sin ser profesionales, ni políticos, tampoco millonarios, no desviaron vergonzosamente la senda de sus vidas, dada la orientación moral de mi suegra y madre.
Cuando una madre sola guarda su estado en la ejemplar tribulación, cargada de deberes, se acerca a Dios y se convierte en una especie de monja. Acompaña su vida de los cambios cotidianos de la familia y hace una dependencia total en sus responsabilidades.
Las madres ejemplares, esconden su tristeza en los rezos y con sus clandestinas lágrimas se acompañan de Dios. En la Virgen María buscan refugio y consuelo.
Este regalo es para una linda “viudita”. Debes buscar la continuación otro día…
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