En el corazón de los padres
“Porque cuando hacemos referencia a ellos,
buscamos el resultado de lo que vemos, ignoramos y olvidamos
qué hicimos en su infancia”.
Hoy, prácticamente no hay distancia… la tecnología
permite que nos acerquemos, casi de inmediato,
a calmar la
ansiedad…
Sin embargo, la otra distancia la fijan los afectos perdidos,
embolatados,
confundidos, heridos o muertos.
Muy temprano, al llegar a su lecho lo primero que divisé fueron
sus medio
escondidas pantuflas…bajé cuidadosamente mi cuerpo
para encontrarlo…
A su inminente ausencia…penetré mis manos entre aquéllas,
y añoré su
presencia; encontré la tibieza de sus píes
y medité en su energía…
Su temperamento recio, su entrecejo fruncido, su tácita y escondida
sonrisa; su fingida braveza, que ha impedido ha unos años,
nuestra afectiva
cercanía.
¡Cuántas veces mi frente, a dónde
casi no llega su beso,
queda en frustrada espera…
¡Cuántas veces mis frías manos
podrían ser calentadas.
¡Cuántas veces mi cuerpo podría recibir el liviano peso
de un abrazo.
¡Cuántas oportunidades de encuentro
se pierden en la mutua
timidez de un actuar.
¡Cuántos minutos languidecen en la
entrecortada complicidad
de una mirada.
¡Cuántas ocasiones de comunión se
escapan al miedo
de un tropiezo.
¡Cuántas horas de comunicación se
pierden al temor de
un no deseado efluvio.
¡Cuánta mudez, en la
gratuidad, por la abierta puerta
de sus manos “abiertas”, por lo esquivo de sus actos.
de sus manos “abiertas”, por lo esquivo de sus actos.
Como dice mi pequeña loza:
“A garden is where the soul feels at home”.
Porque allí ya nadie tiene
que hablar. Esa loza la que al limpiar,
me ha recordado que estoy de paso y a
la cual debo mucho
de mi reflexión, sin ser santa, ni ángel, ni pura, ni
curadora…
¡Cuánta falta de amor se sepulta antes de tiempo…!
Si uno se corrigiera no
merecería la tirria de los demás.
Es que cuando se es ignorante, cuando se descuida la vida
y el silencio no
comunica, los rompimientos afectivos
se hacen latentes.
Pensar que solo bastaría un INSTANTE para el perdón,
si los espíritus se
encontraran y saldaran.
Cuántos malos entendidos se albergan, cuántas equívocas
interpretaciones, cuántos adelantos a explicaciones no dadas…
¡Cuántos errores! ¡Cuántas
fallas! ¡Cuánto amor…!
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