domingo, 29 de junio de 2014

Confesión

Rolando 
Nació el jueves, 29 de junio de 1972*, creo, 
a las 3:30 a.m. de la madrugada.
A mi recóndita pena después de su partida,
comencé a desahogar mi corazón en un viejo cuaderno,
que me servía de registro al dolor que no se puede 
comunicar a nadie.
A obligar a la mente a sacar los pensamientos,
para no permitir que el alma muera.
El dolor no se sabe si se siente en el corazón o en el alma,
o en el cuerpo, es algo que no puede distinguirse, ni explicarse.
Los psicólogos le llaman “duelo”. 
Por lo tanto, el 30 de noviembre de 1976
a las 7:30 de la noche, escribí textualmente, lo que ahora,
después de 34 (sic) años, encontré en dicho cuaderno.
"Rolando, desde que te concebí fuiste la llama viva.
Al nacer, el alimento diario en el albor de cada día.
La felicidad de mis días, el consuelo y la paz en el ocaso
y en la noche el descanso, el cierre placentero de la faena
que termina y la ilusión para el venidero día.
Fuiste el bello cáliz perfumado que me obsequió la vida
en tu alumbramiento.
Ahora, eres la luz constante de mis recuerdos tiernos
y la locura perenne de una enlutada soledad sin ti…"
*+1976

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