jueves, 18 de septiembre de 2014

Los contras de la capacitación


Desde que nacemos estamos aprendiendo a crecer
 -Cualquier persona interesada en profesionalizarse gasta
casi 20 años para lograrlo. Luego, desesperadamente busca 
en que ocuparse; primera falla contra-laboral, 
“no tiene experiencia”.
“Ningún país puede lograr el crecimiento sostenido sin un grado
significativo de inversión en recursos humanos”.
–Gary S. Becker, Premio Nobel Economía 1992.

- Cada vez que un graduando pasa una hoja de vida, por supuesto,
sin curriculum, la autoestima desciende enormes escalones
contra su amor propio.
-La angustia de aportar a su familia, salir de deudas con el Estado y 
aprender, lo mueven a buscar, por dignidad, “una tabla de salvación”:
-el rebusque o cambio de oficio-.

-Otra salida es endeudarse algo más y –huir-. Ello conlleva cerrar
la boca a quienes tácitamente lo critican y a las 
murmuraciones familiares.

-Qué se consigue en el exterior?
Un trabajo que nada tiene qué ver con el tiempo transcurrido 
en la universidad, sin embargo, están, aparentemente, ocupados.
-Otra salida en lejanía es torcer los principios, aceptando sucios oficios.

-La huída de cerebros no es otra cosa que la supervivencia a la vergüenza.
No creo que haya estudiantes que después de vivir en condiciones 
siniestras, tengan el tiempo y dinero para sacar adelante un estudio 
especializado. El hambre no da estos espacios.

-Quien no huye, se pega a las explotadoras oficinas de empleo,
que negocian con los profesionales, como lo hacían los colonizadores
con los esclavos. Los venden. Incluso hay gente capacitada,
que regala su saber, con la esperanza de ser contratado.

-Las –pasantías- sin salario, llevan al estudiante a no reclamar 
por temor a que se complique su grado y diploma. 
Amén del explote laboral, horario extendido y sentido de 
pertenencia, de rodillas.

-Responsabilidad negociada de empresarios que buscan el pago 
de salario mínimo y dilatan la selección de personal. 
Conjuntamente, las universidades de bajo nivel académico, 
cuyo producto es deficientemente quebrado e improvisado.
Las universidades escasamente calificadas, colocan, 
algunos egresados por influencia política, 
familiar o económica.
Nada que ver con el artículo, solo es un modelo
- El “chivo expiatorio” ha sido, es y seguirá siendo, la persona. 
Si la familia le ha costeado el estudio, si el estado le ha hecho 
el préstamo, si lo paga con el fruto de un trabajo diurno; 
todos pagan la misma cuota de sacrificio y esfuerzo para 
completar una carrera profesional y sacar “un título universitario, 
como el Mejor Pasaporte al Desempleo”,  al descrédito y al fracaso.

La esencia de este artículo fue divulgado hace como diez años,
por Renato Blanco Pérez y cobra actualidad para ser recopilado, 
parcialmente.
Aunque el pasado no se debe nombrar y el futuro es incierto, 
este fue, en parte, mi caso.
Los países continúan siendo invadidos por los desplazados 
de los países bélicos, ocupados por otra especie de colonos, 
inmigrantes y cerebros extranjeros que jamás regresan 
para no sentir hambre.

Al Margen:
La exitosa capacitación sigue siendo
–puerta abierta- a quien es eficiente
y proactivo, si no encuentra un verdugo
con celo profesional de competitividad,
que le haga la vida amarga.

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