...Tarde te amé –B-
SAN AGUSTÍN
Llegó a mi vida, como dijera Fray
Nelson Medina,
"como la chispa que el Señor coloca en la vida de los seres"…
"No sabemos cuándo, ni cómo, jamás
podremos establecer a través
de qué o de quién, se hace presente la Voz de
Dios".
¿Quién me dará descansar en Ti?
Quién me dará que vengas a mi corazón y le embriagues para
que olvide mis maldades y me abrace contigo, único bien mío?
“Le doy la espalda a Dios, que me lo ha dado todo
(1), le doy
la espalda a Dios y me vuelvo hacia las criaturas (2).
1) Poder? 2) Mundo?
¡Ay de mí!
Dime por tus misericordias, Señor y Dios
mío,
qué eres para mí. Di a mi alma:
“YO
SOY TU SALUD”.
“Respira en mí,
Oh Espíritu Santo, para que mis pensamientos puedan ser todos
santos. Actúa en mí, Oh Espíritu Santo, para que mi trabajo, también pueda ser
santo. Transforma mi corazón, Oh Espíritu Santo, para que solo ame lo que es
santo. Fortaléceme, Oh Espíritu Santo, para que defienda todo lo que es santo.
Guárdame pues, Oh Espíritu Santo, para que yo siempre pueda ser santo”.
Oh y qué
voces, alzaba hacia Ti, oh Dios mío, al leer los Salmos de David, aquellos
cánticos que tan fielmente expresan la verdadera piedad, y arrojan del corazón
toda suerte de orgullo.
Desde entonces, cada vez que oigo mencionar a
San Agustín, no escapa a mi atención sus reflexiones, por el inmenso amor que vivió
por y para el Señor.
¡No al aborto!
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