Este es el carro de Dios y su mano lo controla y conduce.
La Sabiduría de Dios escoge la ruta, el camino real del espíritu.
La ley del orden y del ajustamiento correcto de Dios se manifiesta en todo su mecanismo.
Por eso, nada impide el progreso de este automóvil; ni causa, ni recibe daño en su tránsito.
El amor de Dios dirige sus viajes.
La presencia de Dios les bendice con Espíritu de paz a sus ocupantes, por eso no hay temor.
La Sabiduría de Dios le inspira vigilancia, buen juicio y decisiones rápidas.
El conductor es un emisario del espíritu.
La paciencia de Dios infiltra temperancia y cortesía.
El amor de Dios le hace veloz en el servicio a Cristo y lento para responder a impulsos destructivos.
El Espíritu del Señor está en él y dirige todos los caminos.
Gracias Padre! Gracias Padre! Gracias Padre!
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