Cuando enseñamos, debemos evitar el facilismo o “melosería”.
No tomar vacua la palabra vacía.
Sin sumisión o complacencia, violencia o maltrato.
El pedagogo es un escultor de sensibilidades; así como al artista se le entrega la piedra o el lienzo para que produzca una obra de arte, al maestro se le entregan seres humanos para que les ayudemos a cultivar su sensibilidad, de forma que alcancen su estado estético donde sea posible la plena expresión de la fuerza que los caracteriza.
Por lo tanto evitemos mutuamente los paradigmas, que muestren o manifiesten ejemplos recibidos.
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