jueves, 30 de junio de 2011

Las amapolas

Cuando llegaste, arreglaba el jardín para
ti; para que las flores estuvieran hermosas, a tono con la fecha.

Las flores silvestres, que enmarcan el prado en su gama de colores, y recuerdan lo que somos. Otras, como mis rosadas rosas, que adornan la mesa. También hay parásitas amarillas y cerrados cartuchos.

Disfruto esta afición, tal vez por ello, cuando quiero hablarte, fluye a mi voz el paralelo con la naturaleza de ecología perdida.

Sabes? Por los años 48, exactamente el 9 de abril, mi alma de infante no entendía lo de "Conservadores y Liberales".

Ocupábamos una quinta, a las afueras de Bogotá, cuyo patio de barda cerrada, estaba encuadrado de macetas con geranios y novios. Acuérdome de la admiración a las flores por el hermoso jardín de la entrada principal de nuestra casa que disfrutaban los paseantes.

La verja estaba envuelta en blancas florecillas del manto de la virgen; al piso, se enredaban los “doncenones” rosados, blancos y violeta; las dalias amarillas y moradas, siempre abiertas; las rojas amapolas, que para ese entonces eran tan sanas como los sueños de los niños, formaban parte de todos los jardines. Antaño, estos eran el orgullo de las amas de casa.

Las flores de hoy son como la juventud que emerge, acompañada del aroma de expectativas y esperanzas rotas. Si les tomas por el tallo te aferras a frágiles ilusiones de un país que se desmorona.

!Lástima que el romanticismo sea débil y efímero. A veces me confundo al vivirlo...

Sin duda, aquélla época era mejor, su ambiente puro, las costumbres sanas, los innatos valores que se encuentran dormidos...

Bueeno, basta de nostálgicas quimeras...

¡FELIZ CUMPLEAÑOS PRINCESA!

No hay comentarios:

Publicar un comentario